Gracias al apoyo de nuestros amigos de Círculo Blanco la Carcacha pinta se fue a Mexicali la casa cuna El Oasis del Niño, compartimos con ustedes esta nota que nos mando Elizábeth
Esta experiencia en la casa de cuna “El Oasis del Niño” me permitió experimentar la cercanía amistosa por un bien común, y me hizo fortalecer las esperanzas en el arte, el amor y la educación. Debo confesar que después de la primera sesión me sentí frustrada, a pesar de que sabíamos, desde el principio, que no podríamos solucionar nada, que esa no era nuestra función. Sin embargo, el sentimiento de impotencia me cubrió, pues creo que como sociedad somos parte de ellos, y somos responsables de sentimientos y alternativas que como humanos hemos tomado para sanar, para educar y para vivir.
Este trabajo fue el inicio de un camino que no quiero dejar de recorrer; hubo muchas sonrisas, mucha alegría, palabras nobles, caricias inocentes, miradas brillantes en contraste con una historia personal de cada participante que nadie tocaba, que apenas y por momentos algo se comentaba, pero nadie se detenía en ello. Estos niños te enseñan a vivir el presente, a disfrutar los momentos y a crear conciencia sobre el esfuerzo y trabajo necesarios para apoyarlos. Éramos muy pocos instructores y demasiados niños, inquietos, furiosos, también felices, había toda una gama de altibajos nada fácil de sobrellevar.
Dentro de algunos de mis recuerdos está un rostro de ojos grandes, limpio e impecable y con siete años de edad. Trabajó con mucho ímpetu el día del concurso de pintura, concentrado, serio y sin observar a nadie a su alrededor. Me mostraba su trabajo y me repetía que deseaba mucho ganar. Al terminar la premiación, se acercó a mí y me dijo “gracias”, con la misma seriedad con la que había trabajado todo el tiempo, confesando que deseaba ganar para poderle mostrar a su mamá que lo había logrado. Cuando descubrió que en el premio venían pinturas acrílicas, pinceles y un pequeño block, me comentó con alegría: “¡ah!, lo mejor de todo es que podré seguir pintando”. En ese momento no puedes fingir, los niños se abren contigo y te cuentan sus pensamientos más íntimos y es cuando sientes que todo el trabajo vale la pena, y que vale la pena esforzarse mucho más. No terminaría de contar cientos de detalles que tengo grabados de este trabajo, lo mucho que aprendí de cada niño y de mis compañeros de equipo. Me dejó una gran inquietud de continuar y lograr cambios mucho más significativos en los niños por medio del arte. El arte es una manera segura de encontrarte a ti mismo, a los que amas, a los que odias, a los que sueñas y a los que crees que olvidas. Tenemos mucho trabajo por hacer.
Elizabeth Jiménez;Mexicali, B.C. 2010