domingo, 2 de agosto de 2020

Anotaciones acerca de los Grafilugios.      

 Colectivo la 15.


Los Grafilugios son dispositivos móviles pedagógicos que se utilizan como incentivadores para la manifestación de subjetividades, son la manera de responder al otro desde la práctica educativa. Se vuelven los posibilitadores del estar juntos desde lo común.

Estos dispositivos se vuelven la muestra del desborde que han tenido las manifestaciones artísticas hacia diferentes sitios y lugares, permeándose en la cotidianidad de las personas.

Estos grafilugios retoman el dibujo, que es un lenguaje artístico de larga tradición y que puede interactuar con otros lenguajes, lo mismo con la danza que con la escultura, el lenguaje audiovisual o la literatura, dando renovados bríos y posibilidades infinitas a lo que en un principio permanecía en el plano de lo no contemplado o no conocido.

Pero el dibujo es, la mayor parte de las veces, íntimo, una experiencia particular en la que por medio de puntos, líneas y planos descubrimos o encontramos nuevas posibilidades y un medio adecuado para elaborar una bitácora personal. La acción de dibujar conlleva todo un proceso en el que el soporte también juega un papel fundamental, puesto que de allí emana la retroalimentación directa con el acto de marcar, diseñar y desarrollar algo que se encuentra relacionado irremediablemente con quien ejecuta la acción de dibujar.

Es por ello que el dibujo practicado dentro de un contexto grupal nos permite observar cómo los participantes se autorregulan y marcan los límites en los cuales el ejercicio se desarrollara, una forma emparentada con el accionar que tenemos dentro de los espacios públicos.

Las prácticas dibujísticas colaborativas son fundamentales a la hora de comunicar diferentes experiencias devenidas de la realidad que nos rodea, es por ello que la aparicion de estos grafilugios resulta importante al ubicarse dentro de una coyuntura en la que se interceptan diferentes situaciones, campos de conocimiento, modos de estar, perspectivas intergeneracionales y formas de generar de conocimientos.

La presencia material que se traduce poética a través de estos dispositivos ayuda a interactuar con el objeto desde la colectividad y el acompañamiento. Este dispositivo se puede vincular por medio de diferentes metodologías con las materias impartidas por los profesorxs y maestrxsr en el aula de clases, haciendo caso a la intuición personal a la hora de estar desarrollando actividades, cuidando la principal aportación del dispositivo que es la disrupción, desde la cual la experiencia significativa dota al lenguaje dibujístico de una potencialidad que no estriba precisamente en el aspecto técnico, disciplinar o figurativo, sino desde la oportunidad de desarrollar un lenguaje gráfico personal al mismo tiempo que colectivo, ayudando a desvanecer la figura del autor e incentivando la colaboración y el descubrimiento


viernes, 17 de julio de 2020

La materialización de un eco. Sobre los remanentes poéticos.
Colectivo la 15.



A través del tiempo hemos profundizado nuestros acercamientos a procesos colectivos en espacios públicos. Estos acercamientos han tomado suma importancia en nuestra práctica artística, ya que nos han llevado a realizarnos cuestionamientos constantes sobre nuestro propio quehacer, manteniéndonos en atenta escucha y dejándonos permear por los diferentes tipos de retroalimentación emitidos.
En los primeros años de conformado el grupo desarrollamos acciones en contextos específicos que en ese momento denominamos como “arte envolvente”, en ellas tomamos como referencia la zona en donde se efectuaría la actividad, el ritmo de transito de las personas que caminan por el lugar, así como las actividades que habitualmente se realizan en ese sitio.  Todo esto conllevaba un tiempo, principalmente para la observación y el recorrido, en el cual muchos factores interactuaban y podían cambiar la dinámica inicialmente propuesta o cancelarla definitivamente.
Por ello es que los lenguajes artísticos constituyeron las primeras herramientas de nuestra mochila personal a la hora de trabajar en los barrios de la ciudad, pero nos fuimos dando cuenta que otras cosas sucedían en los pasillos de los mercados, en las bancas de los parques y en los patios de las escuelas. 
Es justo en estas oportunidades en donde la mirada puede nutrirse de otras formas de conocimiento, llenarse de experiencias que amplifiquen y fortalezcan ese otro modo de ver, que desarrollen una forma de pensamiento a través de la utilización de diferentes lenguajes artísticos, de la experiencia significativa y de la transformación temporal que sucede en los espacios comunes que no están destinados para el arte. A partir de ese momento es que nos dimos cuenta que la cuestión que nos interesaba no era como tal un acercamiento de lenguajes artísticos a contextos específicos, sino el conocimiento situado que se podía generar a través de la interacción entre quienes se encontraran en un espacio común. 
Desde los primeros años de conformado el colectivo tuvimos claro que no había que direccionar los procesos de creación que se generaban a partir de las interacciones y que de alguna manera pudieran obstaculizar aquello que sucedía en el contexto. Las reflexiones que como grupo teníamos desde ese momento eran en torno a ese “algo” que quedaba flotando ahí, una sensación que permanecía en el momento del encuentro, pero que no se convirtió en una obsesión el poder nombrar o materializar. 
Los procesos que fuimos realizando gradualmente se fueron vinculando a lo intuitivo, ya que tomábamos en cuenta las situaciones que sucedían en ese momento, cada vez abriéndonos más a la posibilidad de la aparición del azar, lo cual fue muy importante a la hora de encontrar lo que llamamos remanentes poéticos.   
Por ello, para la historia del colectivo el desarrollo de dispositivos artísticos móviles o artilugios fue fundamental para entender cómo incentivar una pausa en la cotidianidad de las personas que transitaban en los espacios públicos, como buscar la generación de un acontecimiento, mismo que ayudara a cimentar el entorno adecuado para la práctica colaborativa situada.
 Por lo anteriormente escrito es que fue relevante la construcción del DADAD 1, el cual es un dispositivo de acercamiento de dinámicas artísticas disruptivas, un triciclo que se expande cada vez que llega a un lugar, un objeto físico que  sirve como una especie de mediador, ya que por un lado, al formar parte de los elementos cotidianos que existen en el espacio público, permite un espacio en donde pueden dialogar las perspectivas de quienes, impulsados por la curiosidad, se acercan al dispositivo. Por otro lado, el dispositivo produce una especie de extrañeza, ya que al no ser un elemento que busque tener una utilidad comercial, genera una inquietud sobre el porqué de su emplazamiento temporal en el espacio público. 
A través del artilugio o dispositivo se genera un corte dentro de la cotidianidad de las personas que transitan por ese espacio, a través de esa fisura se realizaron talleres y dinámicas que buscaron formar parte de experiencias significativas contextualizadas, desarrolladas en sitios específicos, relacionadas con los elementos del entorno, con la memoria y el tiempo presente de los participantes, con la horizontalidad,  así como con la pertenencia y el desapego hacia una acción colectiva, misma que permita pasar de un proceso individual a un proceso colectivo y viceversa.
Todo lo generado durante la itinerancia realizada por el DADAD 1 en mercados, escuelas y parques de la ciudad permitió en el 2019 la realización de Garabatext, muestra que reúne 5 de los remanentes generados en espacio público a lo largo de un año y medio, en los cuales están contenidos las formas de hacer de todos los transeúntes que coincidieron en un tiempo y espacio determinado. Son los ecos de un acontecimiento que se materializaron a través de procesos colaborativos, efímeros y particularmente singulares. Son el residuo de una dinámica disruptiva que sucedió en el espacio público.
En esta situación cada uno de los participantes visibiliza su grado de participación por medio de intermitencias, las cuales se conectan en un plano específico en el espacio y tiempo, que accionan desde el caos y el deseo individual pero que, al momento de ser mediado por lo colectivo, el propio ente individual se percata y se permite coagular con los otros entes y crear nuevas formas de estar juntos. Esto ha provocado que como colectivo hayamos pasado de una práctica disciplinar a una inter y transdisciplinar, de un marco de referencia individual a uno común, de la materialidad a la inmaterialidad.
Estos remanentes son intergeneracionales, ya que fueron construidos por personas de diferentes edades, registrando (a veces literalmente) las grietas, las texturas, las huellas y el paso del tiempo.
La investigación sobre estos procesos continúa, las posibilidades y los aprendizajes que estos generan son el motivo que mantiene al colectivo en constante actividad, Los remanentes poéticos constituyen una referencia ensamblada desde las intermitencias y aportaciones de todos aquellos que nos encontramos de manera efímera en un espacio específico.